¡Bienvenidos todos y todas al circo del marketing!
Todos aquellos que estamos, respiramos y trabajamos en el proceloso mundo del marketing digital nos sentimos de vez en cuando como en una verdadera montaña rusa.
Una atracción de ideas, cambios y continuo aprendizaje en el que no nos aburriremos ni por un segundo. La meta parece clara: Vamos a conseguir lo mejor para nuestro cliente. A partir de esa premisa, toca comenzar a rompernos la cabeza hasta dar con la clave. Y en muchos casos, por no decir casi todos, toca depender de la conexión emocional.
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La conexión emocional en el ecommerce
Detrás del comercio electrónico estamos acostumbrados a hablar de términos técnicos y precisos con los que referirnos a todos los elementos de cada proceso. Sin embargo, más allá de lo fríos términos tecnológicos volvemos a encontrarnos con ese viejo conocido: La conexión emocional.
Es cierto que hay factores esenciales a la hora de decantar la venta hacia una u otra plataforma. El precio sigue siendo crucial, la presentación, la confianza que nos genere la plataforma, o incluso las ofertas y detalles y atenciones que incluya la gestión de tu pedido. Sin embargo, todos esos factores quedan cubierto por ese manto blanco de las emociones, capaz de decantar, y aún más, aportar esa chispa de valor que falta para conseguir la tan ansiada venta.
¿Qué es la conexión emocional en el marketing?
Aquí tenemos la pregunta clave a resolver. La conexión emocional o marketing emocional es el planteamiento a través del cual alcanzar leads a través de compartir sentimientos y emociones con los que el cliente se identifique. De esta manera, logramos una unión en la que nuestro producto y marca dejan de ser una mercancía. Un buen marketing emocional lograr que la marca pase a formar parte de la vida del cliente.
Este concepto es más antiguo que el mismo comercio consumista. Raíces de un trueque en el que la necesidad y la utilidad real condicionaban tus elecciones.
El genuino origen del marketing
Podemos viajar al paleolítico a contemplar a un Homo erectus realizando un trueque. Es capaz de intercambiar una pieza de caza a cambio de una lanza de piedra. Él sabe que esa noche no habrá cena, pero es consciente y entiende que el beneficio de ese trueque le abre las puestas de mayores y más lucrativas presas.
Todo producto genuino cubre una necesidad. Puede que en la actualidad las compras a vida o muerte no abunden. Sin embargo sí florecen las necesidades emocionales. El afecto, la bondad, las necesidades de pertenencia, de equipo, o incluso el amor romántico. Valores y a su vez necesidades que necesitamos cubrir como seres cada vez más mentales.
Ahora, de nuevo bien emplazados en la época actual, nos preguntamos de qué manera conectar con nuestros clientes.
Compartiendo emociones digitales
Aquí es cuando empezamos a verlo todo con otros ojos. Un producto es capaz de cobrar valores adicionales. Deja de ser un simple objeto para convertirse en una emoción, una experiencia, una historia.
El saber potenciar las características de un objeto mundano hasta ser capaz de convertirlo en algo único es lo que consigue que ese objeto sea especial. Obtener valor a través de potenciar las emociones que atesora la experiencia.
De lo misma forma que una joya bonita pierde en valor frente a otra mucho menos vistosa, pero que fue llevada durante años por un familiar querido, los factores emocionales nos mueven un paso por encima de lo material.
Ejemplos dentro del marketing emocional
El ingenio es clave a la hora de saber explotar la potencia de tu producto.
Juan tiene una zapatería. Un pequeño comercio local que se nutre del género de una fábrica cercana a su población.
La competición por el precio está perdida ante la avalancha de oferta y precios bajos provenientes de la industria china. Su cliente es fiel, pero se siente estancado y piensa en cerrar agobiado por el escaso margen de beneficio.
De la noche a la mañana, Juan decide darle la vuelta a la tortilla y dar un giro a su negocio virando su marketing hacia un concepto basado en la conexión emocional.
Su producto no será tan barato como el exportado en masa de países fabricantes, pero tiene valores que estos no pueden igualar.
Decide enfatizar haciendo campaña en su población sobre el valor del producto local. Esto le permite lograr el interés también de la población en la que se encuentra la fábrica. Sigue trabajando en el concepto de creación sostenible de calzado y acaba impulsando una marca de calzado 100% vegano en colaboración con los fabricantes cercanos.
Como vemos, la idea de Juan ha conseguido conectar con un sector concreto y fiel basándose en la manera de sentir. Su negocio ha crecido en un sector de la población de ideales y necesidades firmes haciéndose visible.
Si. La necesidad le ha hecho aprovechar una característica de un sector en auge, pero no de cualquier manera. Ha sabido aportar valor a su producto enlazando emociones y conceptos impensables a priori como:
Compar zapatos >> Hacer un mundo mejor.
Volviendo al mundo real, a esto hay que añadir no solo un concepto si no una idea desarrollada y una puesta en marcha decidida y efectiva. Resolver este puzzle significa tener en tu mano una gran variedad de recursos y maniobras. Y en vuestro caso, ¿cómo creéis que podéis hacer crecer vuestro negocio a través de la conexión emocional?